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La Reconquista

Summary:

Minako parecía cumplir todas las expectativas de la mujer por la cual sus almas habían llorado por millones de años: hermosa, ridículamente fuerte y astuta. Ella era, pues, su princesa, la princesa Serenity, y era la única verdad para las senshi y los generales de Beryl.

Notes:

Disclaimer: applied.

Este fic está inspirado en el musical de Sailor Moon La Reconquista, por eso en honor a eso le coloqué el mismo nombre. También, está ubicado en el primer arco de Dark Kingdom, y sigue los sucesos de los mangas Codename Sailor V y de Salir Moon, por lo que el carácter de los personajes (especialmente las senshi) sigue el establecido por Naoko y no del anime de los 90.

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: Pandemic Love

Chapter Text

Cuando el periódico fue puesto sobre la mesita con cierta brusquedad, Minako no tuvo otra opción que salir de su nueva ensoñación. Parpadeó de forma perezosa y dibujó una sonrisa indulgente y nerviosa ante la mirada irritada de Rei.

—Estaba prestando atención —juró aunque era obvio que mentía. 

Makoto ahogó una risita en su taza de té, especialmente porque Rei parecía haber alcanzado un nivel de irritación extraordinario en un corto espacio de tiempo, no estaba para bromas era claro. Ami suspiró con cierta diversión severa, así de contradictorio como sonaba, pero no comentó nada en contra de la aparente falta de juicio de su princesa.

—Minako… —el gruñido de Rei era frío. Era la única que osaba hablarle de ese modo a pesar de que en términos claros, tal y como había establecido Artemis meses atrás, Minako era la reencarnación de la princesa Serenity y, por lo tanto, le debían lealtad, respeto y obediencia absoluta. 

Ninguna había estado segura de lo que implicaba la aparición de la persona que buscaban infructuosamente, y la primera vez que la vieron, tan soberbia, segura y melancólica, todas habían sentido un profundo amor y respeto en el acto por ella. Minako parecía cumplir todas las expectativas de la mujer por la cual sus almas habían llorado por millones de años, hermosa, ridículamente fuerte y astuta… o, al menos, así se había mostrado los primeros días. Luego había cambiado de forma tan abrupta que algunas veces Makoto y Ami se preguntaban si la primera impresión que habían obtenido sólo había sido una ilusión, no parecía quedar rastros de esa guerrera solitaria, era como un sueño que se desvanecía en la distancia. Rei, por otra parte, no se dejaba engañar en lo absoluto, bajo ese disfraz de superficialidad y vagancia seguía viendo a la persona que había respetado por un momento, no entendía porque había cambiado y eso le irritaba profundamente. A veces le recordaba a Usagi en sus primeros días, pero ni siquiera en ese entonces Usagi había sido tan exasperante y ridícula.

Minako hizo un mohín, quizá de haber sido Usagi aquel gesto habría conmovido a Rei, pero no fue así, y ella soltó un suspiro perezoso y exasperado.

—Quita esa cara —dijo—. No tiene nada de malo descansar de vez en cuando, Rei-chan.

—Lo único que haces es descansar —protestó ella indignada cruzándose de brazos. 

—¡Eh, claro que no! —Reclamó dando una palmada a la mesita— ¡También voy a los videojuegos!

—Tú…

Antes de que corriera sangre, las puertas corredizas se abrieron y una figura alegre y soñadora ingresó dando un gritito de alegría. Usagi se lanzó de forma inmediata hacia Minako abrazándola con dulzura, tan enamorada de la figura mítica de su súper-heroína preferida como de la idea de que era su princesa.

—Llegas tarde —lanzó crípticamente Rei arqueando una ceja, su furia adormeciéndose ante la simple visión de Usagi. Ésta mostró una sonrisa traviesa pero no respondió, sólo se acurrucó en el regazo de Minako que le había abierto los brazos y cepillaba su cabello con adoración.

—¿Se te fue el tiempo paseando con Mamoru-san? —preguntó Makoto con una sonrisa simpática empujando su plato lleno de galletas hacia Usagi.

—Mamo-chan y yo caminamos un rato —aceptó Usagi irguiéndose y empezando a devorar las galletas caseras.

—Pasas mucho tiempo a solas con él —por primera vez Minako pareció un poco… recelosa. 

—Bueno, son… ya sabes… pareja —concedió Ami con una suave sonrisa.

Usagi sonreía mucho y se veía cada día más feliz desde que empezó a salir con Mamoru, y esa felicidad que emitía y les transmitía a ellas les llenaba de una gran paz. Siempre y cuando Usagi fuese feliz todo estaba bien para ella. Mamoru era de confianza y lo había demostrado con creces antes de la aparición de Minako, que su identidad fuese la Tuxedo Kamen simplemente consolidaba la seguridad que sentían en que no sería un obstáculo para Usagi, sino un igual.

—Uhm… —Minako no parecía convencida, y no dejaba de ser gracioso y extraño que pareciese tan preocupada por la compañía de Usagi. Siempre parecía prestarle más atención a ella que a cualquier otra cosa, incluido los enemigos de turno. 

—Céntrense —declaró Rei con firmeza, masajeándose las sienes. Las reuniones en su templo eran ya una tradición, algunas veces todo empezaba y terminaba bien, pero otras (como esa) eran para dar quebraderos de cabeza. No amonestó a Usagi más y volvió su atención a la razón por la que se habían reunido.

—¿Qué es…? —Usagi parpadeó con curiosidad. Rei señalaba el periódico.

Minako pareció perder todo interés.

—Es sobre el nuevo enemigo —narró Ami intentando calmar el ánimo. Su rostro se tornó solemne y abandonó su taza de té en favor de ir al punto. Estaba ocurriendo en todo el mundo y eso por sí mismo era llamativo, nunca antes sus enemigos habían atacado fuera de Japón, pero el hecho era que muchos jóvenes alrededor del mundo habían empezado a colapsar. Al principio, había sido tomado por algún virus extraño y nuevo, pero conforme las semanas habían ido pasando ellas habían llegado a una conclusión: era el Reino Oscuro nuevamente.

Las actividades de sus enemigos se habían ralentizado desde la aparición de Minako, a la cual Artemis había proclamado a viva voz como Serenity, la heredera del trono de la luna y del cristal de plata. Ataques seguían ocurriendo pero eran esporádicos, solamente con la intención de lastimar a Minako y conseguir información sobre el cristal, algo que seguía ocultando incluso de ellas.

—Abarcar un radio inmenso me confundió pero creo que he hallado algo —afirmó Ami. Minako volvió su atención a ella con agudeza—. ¿Han oído de Pandemic Love?

Pandemic Love era un grupo que había nacido meses atrás en Londres, estaba formado por tres chicos guapos y jóvenes de inmenso talento. Sus canciones eran todo un mito entre los adolescentes pues hablaban sobre la belleza, el amor, el odio, la corrupción, la crueldad, la pasión y la compasión en una mezcla dulce, agria y mortal. Gran marketing se había extendido gracias a ellos volviendo inmensamente ricos al manager y la compañía que los representaba. 

La pregunta de Ami era simplemente retórica, no había nadie —ni siquiera Rei— que no hubiese escuchado sobre Pandemic Love. Especialmente porque estaban haciendo una gira en Asia y pronto llegarían a Japón donde se quedarían algún tiempo indeterminado dando conferencias, firmando autógrafos, grabando videoclips y ofreciendo conciertos múltiples y caros.

Makoto se sonrojó suavemente, y Usagi chilló animada y pletórica chocando palmas con Minako, que pareció volver a su estado soñador y ridículo.

—¡Pandemic Love! —chillaron en un suspiro enamorado y tonto. Rei rodó los ojos.

—¿Ellos tienen que ver con los ataques? —pidió la sacerdotisa ignorando el comportamiento infantil de sus amigas— ¿Desde Londres?

—No ellos propiamente —explicó Ami llevando un dedo a sus labios, pensativa—. Pueden estar siendo utilizados, pero los productos que se venden aprovechando su éxito están causando el colapso por agotamiento de las personas. Hice una prueba…—admitió buscando en su bolso y sacando una cinta de videojuego que había salido al mercado recientemente, el grupo era la imagen de este—. Luna me ayudó y fue concluyente: la continua exposición merma la energía de las personas. Al ser Pandemic Love tan popular esto está ocurriendo desde distintos puntos volviendo casi imposible detener el avance del enemigo —Ami lucía preocupada mientras más hablaba pues no veía una solución a corto plazo—. No sólo son los videojuegos, están los CD, joyas, figuras coleccionables y más…

Hubo un instante de silencio cuando su voz se apagó.

—¿Dónde está Luna? —preguntó Makoto entonces, algo desanimada ante el pensamiento que su nuevo grupo favorito fuera el enemigo. 

La gata era el pilar que sostenía el grupo, buscar consejos y armar planes eran cosas que se hacían con ella vigilando todo.

—Artemis y Luna están recogiendo información para mí —intervino Minako aun sin soltar las manos de la preocupada Usagi. Se veía pensativa—. Así que han vuelto a eso…

—¿De qué estás hablando? —preguntó Makoto intrigada.

Rei arqueó una ceja, y Ami compartió su curiosidad con una mirada. Minako se encogió de hombros y se enderezó soltando a Usagi suavemente.

—Antes de reunirme con ustedes trabajé en solitario como Sailor V —les recordó. Les había hablado esquivamente de los puntos más importantes del enemigo y su vida como justiciera solitaria pero no había entrado en muchos detalles—. Durante todo el tiempo que afronté al enemigo, siempre usaron el mundo del espectáculo para robar energías y causar disturbios: modelos, cantantes y actores. Cuando acabé con el líder de la Agencia Oscura, Danburite —Minako no podía llamarlo Ace ni Adonis, los nombres dolían aún— me fue revelado lo que había olvidado, y que ellos eran solo una parte de todo el Reino Oscuro…

Su voz flaqueó un segundo, recordar había sido traumático y violento. La había desgarrado en pedacitos mientras el palacio de cristal ardía y Serenity gritaba por ella. Minako aún tenía pesadillas con eso.

Las chicas intercambiaron miradas y Usagi se mordió el labio inferior con manía inquieta ante el semblante oscuro de Minako, había una profunda turbación (y dolor) en sus ojos que le encogieron el corazón.

—Debió ser duro y solitario… —murmuró sintiendo que quería llorar. Ella había encontrado a Ami, Rei y Makoto en cuestión de semanas mientras que Minako había caminado sola por un sendero frío y agotador durante un año entero sin nadie en quien apoyarse. 

Minako pareció sorprendida un momento, pero luego miró con dulzura y apartó las lágrimas de los ojos de Usagi con serenidad y madurez.

—Lo fue, pero ahora estamos juntas —dictaminó con ferocidad mirándolas, su corazón doliendo ante los recuerdos—. Vamos a derrotar al monstruo y vengar a nuestro reino. Lo juro —apretó los puños.

No fue una promesa vacía ni dubitativa, cuando hablaba del Milenio de Plata los ojos de Minako refulgían con una emoción tan cercana al odio que Rei sentía que su corazón se marchitaba. Esa vida pasada que no recordaba… ¿Cuánta tragedia ocultaba? 

Makoto y Ami también fueron tocadas por la emoción palpable que desprendía Minako, por la añoranza en sus ojos cuando las miraba buscando a sus amigas de antaño, y ese deseo de venganza que era tan dañino y seductor.  

—Nunca se habían expuesto tanto —Minako las devolvió a la realidad bruscamente—. Luego de la última pelea que tuve con la Agencia Oscura ésta se disolvió, las crónicas de los periódicos decían que había quebrado. Pandemic Love parece demasiado… famoso —no concordaba con el modus operandi del reino oscuro pero Minako no tenía tampoco todos sus recuerdos y no podía poner las manos al fuego. En ese instante sólo había un ser que recordaba y sabía con exactitud lo que había destruido al Milenio de Plata: Artemis, y necesitaba hablar con él.

Sonrió de buenas a primeras borrando el ambiente tenso y tóxico. Se empinó su taza de té y la de Rei por descontado ganándose una mirada severa, y robó unas cuantas galletas de Makoto antes de levantarse.

—Tengo algunas cosas que hacer así que las dejo. Sigan investigando —anunció agitando la mano y saliendo del lugar entre saltitos cómicos e infantiles. 

—Otra vez huyendo —murmuró Rei cerrando los ojos.

—¿Huyendo? —dijo Usagi ladeando la cabeza.

—Sí, tiende a hacer eso cuando se satura —informó—. No le haría mal explicarnos mejor.

—Está acostumbrada a trabajar sola —la excusó Ami—, hay que darle tiempo.

Minako seguía estando a la defensiva aunque era claro que deseaba fervientemente formar parte del grupo, no sólo limitando su papel a la heredera pérdida.

—Es la princesa —concordó Makoto aunque pareció un poco inquieta—, ella sabe qué hacer. 

—Pues no me gusta nada —dijo Rei de forma obstinada, levantándose—. Aún seguimos sin saber muchas cosas, y el fuego no me responde últimamente…—eso lo dijo más para sí misma —…siento que algo va a pasar… algo muy importante…

Usagi miró de una a otra sin enterarse de mucho. Desde que los ataques habían cesado a los civiles, su vida se había tornado color rosa pues Minako siempre se empañaba en no hacerle partícipe de las caóticas batallas. Al principio, se había sentido mal e inútil, pero Minako la había buscado para explicarse, le había hablado de muchas cosas que Usagi recordaba bien: cosas sobre sueños infinitos plagados de fuego y sangre, espadas, gritos y muertos; cosas sobre demencia, confusión y dolor, y psicólogos, crisis y llanto; cosas sobre soledad, amargura y resentimiento, y también amor y odio. No las entendía al completo, pero algo en su interior se había agitado en respuesta. Desde entonces no había protestado más cuando no era llamada a las batallas. 

Mamoru también había sido un poderoso catalizador para que no fuese tan renuente a cumplir las órdenes de su princesa. El tiempo que pasaba con él era como un sueño precioso, pero viendo el semblante de sus amigas decidió que no podía seguir dejándolas incluso si eso implicaba desobedecer a su princesa. 

—Uhm, chicas… —llamó tímidamente.

—¿Qué pasa, Usagi-chan? —preguntó Makoto en el acto con una gran sonrisa— ¿Quieres más galletas?

—No, no eso —protestó sonrojándose pero su estómago sonó haciendo que las otras rieran—. Bueno… quizá unas cuantas —admitió, avergonzada, haciendo un puchero—. ¿Creen que pueda acompañarlas?

—¿A dónde? —La pregunta desconcertada de Ami hizo que Usagi la mirara y comprendiera sus intenciones—. La princesa ha dado órdenes claras, Usagi-chan —se disculpó—, no lo entiendo tampoco pero si te consuela no eres la única a la que no llama. Sólo admite a Rei-chan en contadas ocasiones.

—He peleado a su lado algunas veces —intervino Makoto poniendo más galletas en el plato—, pero es sólo cuando no tiene más opción. La electricidad a veces me alerta de sus movimientos.

Rei permaneció impertérrita dándoles la espalda. Se había asomado por las puertas abiertas teniendo un claro vistazo del suelo de piedra del santuario y el inicio de las escaleras, recordaba que días atrás había encontrado a Minako allí herida y al borde de la inconsciencia junto a Artemis. Hizo una mueca, seguía sin gustarle el misterio que había traído Minako y -princesa o no- no iba a aguantar eternamente su silencio. Se suponía que su identidad debía haber puesto fin al menos a una parte de todos los conflictos que arrastraban desde que habían conocido a Luna pero estos seguían y seguían…

No recordaban el milenio de plata ni su caída, tampoco sabían dónde estaba el cristal y sus principales enemigos seguían sin dar la cara. Los esbirros que enviaban de tiempo en tiempo eran solo dolores de cabeza, y la sensación de que algo estaba por ocurrir solo aumentaba más y más.

De pronto, Phobos y Deimos aparecieron y se posaron en sus hombros, protestando por su atención. Rei formó una suave sonrisa y acarició las plumas negras de los pájaros con dulzura.

—Siempre parecen saber cuándo estoy inquieta —susurró solo para sus mascotas—. Es como si me cuidaran todo el tiempo —Una vez había estado segura que Phobos y Deimos le habían hablado (susurrado sus nombres para ser más exactos), al crecer pensó que había sido su imaginación pero desde que despertó como Sailor Mars ya no estaba tan segura.

Phobos y Deimos parecían contener inteligencia humana. 

—¿También lo sienten? —preguntó mirando el sol morir en mitad del cielo. Los árboles se mecían con el viento y las hojas se arrastraban en un susurro muerto—. Hay algo que se me está escapando…

Atrás la plática seguía, y Rei miró levemente a Usagi haciendo ojitos a Ami y Makoto, intentando que aceptaran su ayuda y compañía en lo que sin duda alguna sería una larga y exhaustiva búsqueda sobre Pandemic Love. Usagi que parecía ser adorada por Minako…

Las aves posadas en los hombros de Rei se alejaron cuando ella giró.

—Que nos acompañe —ordenó simplemente—. Después de todo Usagi sabe más que cualquiera de nosotras sobre grupos e ídolos juveniles ¿no?

—Pero Rei-chan…

—No le hará daño, no vamos a pelear —insistió. Era hora de poner las cartas sobre la mesa, por alguna razón Minako recelaba y sobreprotegía mucho a Usagi, quizá por ese camino podían descubrir qué tanto ocultaba y cómo podían ayudarla. 

—¡Eres la mejor, Rei-chan! —Usagi se le colgó y aunque fingió una expresión severa, Rei no pudo evitar sonreír y darle unos toquecitos cariñosos en el cabello. No iba a usarla, jamás pondría en peligro a Usagi ni siquiera por acorralar a su misteriosa princesa, pero si Minako malinterpretaba las cosas quizá obtendría algo.

—Mañana por la tarde podemos empezar la búsqueda —decidió, y todas asintieron. Bebieron más té, comieron más galletitas, y conversaron y rieron, y por un momento fueron solo cuatro chicas de catorce años llenas de vida y sueños. Chicas que no eran guerreras, que no peleaban con monstruos ni buscaban revivir y vengar un imperio precioso derrocado millones de años atrás.

Irónicamente aquella inocente imagen evocaba el mismo pasado que ellas desconocían, reunidas en un coro de risas y camarería traían a flote el misticismo del milenio de plata. La mesita de madera baja, las tazas modestas y sus uniformes de colegio eran pequeños detalles que alguien que había contemplado el imperio de la reina de plata pasaría por alto, porque allí brillando era innegable que esas eran las Senshi: guerreras escogidas, estrellas luminosas, admiradas, veneradas, respetadas y envidiadas en toda la vía láctea. 

Beryl las recordaba también. 

Lejos, bajo tierra, en un lugar donde el sol nunca llegaba y los lamentos eran un cántico tétrico, cuatro hombres estaban inclinados ante su trono de piedra. Su cabello rojo flotaba como sangre fresca, y ella sonreía mirando a través de su cetro a las justicieras; pletórica, sádica y llena de rencor y deseos de venganza.

“Finalmente el momento ha llegado”, pensó recordando retazos de los sueños que la habían atormentado durante años: el rostro hermoso de un joven príncipe, la luz plateada de la luna y la princesa que la habitaba, una espada atravesando su cuerpo, y su asesina (ojos azules, cabello dorado) mirándola mientras su vida se iba, y el reino de la luna caía. “Morirán de la misma forma miserable y trágica que en el pasado, a causa de los hombres que amaron.”

Miró hacia los hombres arrodillados, su gloria robada, sus almas encadenadas y sus mentes distorsionadas. Contempló sus ojos vacíos y, por un momento, sintió lástima, pero pronto esa inútil emoción se evaporó y sólo quedó la cruel satisfacción.

“Kunzite, Zoisite, Nephrite, Jadeite… no importa cuántas veces resuciten, mis amados… me pertenecerán hoy y siempre… esa es mi venganza contra Endymion, la princesa y las senshi.”

Notes:

Algunas cosas que quizá quieran y deban saber para tomar en cuenta en este fic si nunca han leído Sailor V.

-Al igual que en el anime, Minako cuando trabajaba como Sailor V tenía dos amigos, un hombre y una mujer, la diferencia es que en el manga su relación no tiene nada de drama. Los “amigos” de Minako son policías y le ayudaron mientras trabajaba como justiciera, sus nombres son Wakagi y Natsuna, y ambos conocían su secreto. Los nombro porque tendrán una importante participación. Minako no tiene una mala relación con ellos pues nunca se enamoró de Wakagi (no más que de cualquier otro), y secretamente sabía que ambos estaban hechos el uno para el otro, y era feliz por eso.

-Adonis, Danburite o Ace, era el nombre del último Villano de Sailor V, subordinado de los Shitennou. En el pasado amaba a Venus y eso lo corrompió, o al menos eso se da a entender. Minako lo destruye, pero antes él le lanza una predicción: nunca encontraría el amor en toda la eternidad.

Por otro lado, en este fic los shitennou aún no se han presentado ante las senshi, sólo han enviado subordinados, por eso la tapadera de Minako como señuelo aún no ha sido estropeada.